El juguete rabioso: 2

22/03/2011 10.952 Palabras

El juguete rabioso de Roberto Arlt II. LOS TRABAJOS Y LOS DÍASComo el dueño de la casa nos aumentara el alquiler, nos mudamos de barrio, cambiándonos a un siniestro caserón de la calle Cuenca, al fondo de Floresta. Dejé de verlos a Lucio y Enrique, y una agria tiniebla de miseria se enseñoreó de mis días. Cuando cumplí los quince años, cierto atardecer mi madre me dijo: --Silvio, es necesario que trabajes. Yo que leía un libro junto a la mesa, levanté los ojos mirándola con rencor. Pensé: trabajar, siempre trabajar. Pero no contesté. Ella estaba de pie frente a la ventana. Azulada claridad crespuscular incidía en sus cabellos emblanquecidos, en la frente amarilla, rayada de arrugas, y me miraba oblicuamente, entre disgustada y compadecida, y yo evitaba encontrar sus ojos. Insistió comprendiendo la agresividad de mi silencio. --Tenés que trabajar, ¿entendés? Tú no quisiste estudiar. Yo no te puedo mantener. Es necesario que trabajes. Al hablar apenas movía...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info