Huellas: 58

15/12/2010 2.065 Palabras

Huellas literariasLa llegada de Luis Bonafoux Si el notable periodista Escobar Laredo no me hubiera dicho en el Ateneo, días antes de salir yo de Madrid, «va usted, señor, a la capital del choteo», me lo habría figurado con sólo oír que al señor obispo le tocaban un danzón, que es cuanto cabe tocarle a un príncipe de la Iglesia católica, apostólica y romana. Sin embargo, le tocaron también música de Niña Pancha y... sabe Dios lo que le habrían tocado si el señor Santander y Frutos, hablando como un libro, no hubiera impuesto silencio, y hurtado además el cuerpo a los entusiasmos de una apoteosis marítima y bailable. El capitán del vapor Alfonso XIII. estaba en sus glorias y gritaba sin cesar, con voz de lobo marino: «¡Paso al señor obispo!»; y entretanto, unos señores monaguillos agitaban, a bordo de un remolcador, pañuelos y sotanas, y unos señores vecinos se cayeron del susto al agua. Yo supongo que el discreto prelado estará muy triste... Porque...

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