La corona de fuego: 09
La corona de fuego o los subterráneos de las torres de Altamira de José Pastor de la Roca Capítulo VIII - Capitulación Consecuencia forzosa Era dar tregua al odio comprimido, Airado el corazón, en tenebrosa Lucha de afectos empeñado, herido Por llaga cancerosa. Constanza temblaba bajo el peso de su misma vergüenza, confundida por aquellas revelaciones terribles: más de una vez trató de sustraerse a aquella fuerza tenaz que retenía su brazo con una presión cruel; pero su esfuerzo hubo al fin de ceder ante aquella violenta resistencia. -¡Piedad!, dijo con un aturdimiento forzado; no prosigáis, me hacéis daño y tiemblo al ver esas facciones tan descompuestas: apelo a la generosidad del caballero que, reemplaza a la dama por medio de tan ingeniosa metamorfosis, y os perdono a mi vez, como también vos debéis perdonar a una pobre mujer que no tiene contra sí otro delito que su misma ignorancia, que nunca ha podido tener la más remota idea de ese amor, de ese ardid,...
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