Papiro mortuorio

Que no pasen por nada los parientes, párenloscon sus crisantemos y sus lágrimasy aquellos acordeones para la fiestadel incienso; nadiees el juego sino uno, este mismo unoque anduvimos tanto por error: nadiesino el uno que yace aquí, este mismo uno. Cuesta volver a lo líquido del pensamientooriginal, desnudarnos como cantandode la airosa piel que fuimos con hueso y todo desdelo alto del cráneo al últimode nuestros pasos, tamaña especiepavorosa y eso que algoaprendimos de las piedras por el atajodel callamiento. A bajar, entonces, áspera mía ánima, con la dignidadde ellas, a lo gozosodel fruto que se cierra en la turquesa de otra luzpara entrar al fundamento, a sudarmás allá del sudario la sangre fresca del que duermepor mí como si yo no fuere ése,porque no hay juego sino uno y éste es el uno:el que se cierra ahí, pálidos los pétalosde la germinación y el agua suena al fondociega y ciega llamándonos. Fuera con lo fúnebre; liturgiaparca para este rey que fuimos,...

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