Grito de gloria& 160;: 29de Eduardo Acevedo Díaz La vida de campamento no era tampoco sosegada como al principio, y desde alg& 250;n tiempo atr& 225;s se ven& 237;a poniendo a prueba el m& 250;sculo ...
Grito de gloria& 160;: 37de Eduardo Acevedo Díaz Cuando ca& 237;a el sol al d& 237;a siguiente en medio de una atm& 243;sfera de & 225;mbar y rosa confundidos, un peque& 241;o grupo de personas ...
Ismael& 160;: 54de Eduardo Acevedo Díaz & 191;A qui& 233;n persegu& 237;a Ismael en su fren& 233;tica carrera?La l& 237;nea enemiga estaba cerca, y los jinetes de Almagro en fuga desordenada iban a ...
Ismael& 160;: 38de Eduardo Acevedo Díaz Despu& 233;s de largas marchas pausadas, Ismael y sus compa& 241;eros penetraron en lo arduo de la regi& 243;n monta& 241;osa regada por hondos canales y lagos ...
Juan Moreira La pendiente del crimende Eduardo Gutiérrez Moreira cayó al partido de Navarro, donde debía encontrar algún refugio, por los antecedentes buenos que allí había dejado en otras épocas. En ...
Brenda& 160;: 21En el bailede Eduardo Acevedo Díaz En la noche del lunes, los elegantes salones de la casa-quinta del se& 241;or Samuel Stewart, en el camino de la Agraciada, daban cabida a una ...
Ismael& 160;: 15de Eduardo Acevedo Díaz La ardua tarea segu& 237;a en tanto, y aun deb& 237;a durar una hora. Circulaba como una atm& 243;sfera de fiebre en el rodeo; el calor no ced& 237;a, el polvo ...
Brenda& 160;: 25Confidenciasde Eduardo Acevedo Díaz A aquella misma hora, en la casa-quinta de la se& 241;ora de Nerva, Brenda Delfor, despu& 233;s de haber acompa& 241;ado a la anciana largos ...
IntroducciónPOR este tiempo los estudios humanísticos ocupaban un lugar preponderante en Inglaterra. Erasmo, ya a comienzos del siglo XVI, en una carta dirigida a Robert Fisher, decía lo siguiente ...
Brenda& 160;: 2Paso del molinode Eduardo Acevedo Díaz Encontr& 225;base Ra& 250;l Henares inclinado sobre su mesa de estudio, en el gabinete del fondo, observando ciertos dise& 241;os y dibujos ...
Juan Moreira El caciquede Eduardo Gutiérrez El Cacique era un cuzquito que aquel paisano había criado en tiempos más felices, sin sospecharse el servicio que le iba a prestar más tarde. El perro es ...
Ismael& 160;: 9de Eduardo Acevedo Díaz Las tinieblas empezaban a difundirse, densas, aumentadas por la espesura del follaje en aquellos lugares imponentes. Hab& 237;a cesado la m& 250;sica de los p& ...
Ismael& 160;: 3de Eduardo Acevedo Díaz Una hora despu& 233;s, concluido un ligero rezo, y ya de sobremesa, el padre guardi& 225;n pidi& 243; al capit& 225;n Pacheco que invitase para el siguiente d& ...
Ismael& 160;: 30de Eduardo Acevedo Díaz El charr& 250;a se desmont& 243;, y p& 250;sole manea.Echose luego en tierra sobre el vientre, y fuese arrastrando entre las matas, evitando en lo posible todo ...
Ismael& 160;: 16de Eduardo Acevedo Díaz Las dagas se cruzaron despidiendo chispas en el choque, para separarse, ondular, recogerse y alargarse de nuevo como v& 237;boras rabiosas. Sus filos sol& 237; ...
Ismael& 160;: 47de Eduardo Acevedo Díaz Al verse all& 237;, no pudo menos de estarse quieto con el sombrero en la nuca y el freno arrollado en la mano, moviendo a uno y otro lado la cabeza entre ...
Juan Moreira El guapo Juan Blancode Eduardo Gutiérrez Poco después de estos sucesos, llegó al partido del Salto un paisano sumamente lujoso que algunos indicaron bajo el nombre de don Juan Blanco. ...
Juan Moreira Los amores de Moreirade Eduardo Gutiérrez Moreira vivía en el partido de Matanzas, donde se había criado desde pequeñito, sin haber conocido a su padre que era aquel tremendo Moreira ...
Grito de gloria& 160;: 5de Eduardo Acevedo Díaz La cifra pues, de los invasores, no era para inspirar temor a un poder incontestable. Que llegara a aumentarse, era todav& 237;a un problema, aunque ...
Ismael& 160;: 56de Eduardo Acevedo Díaz Antes de la victoria, los nativos se sent& 237;an azorados dentro de muros.La intransigencia de los europeos lleg& 243; por entonces al fanatismo.Montevideo, ...
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